En un día cargado de historia y emoción, el Mirage III EA, el último avión de combate que operó en la Guerra de Malvinas, fue instalado a orillas del majestuoso Lago Nahuel Huapi, en la ciudad de San Carlos de Bariloche.
El Mirage III, que participó en 16 misiones de combate en 1982, quedó instalado sobre una torre en el lago Nahuel Huapi. Será la pieza central del Museo Memorial Malvinas, cuya inauguración se realizará el 6 de septiembre con ex combatientes y autoridades.
El histórico avión Mirage III con identificación I-014 fue emplazado este martes sobre una torre ubicada en el lago Nahuel Huapi, frente al Museo Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, en la ciudad de Bariloche. La instalación busca rendir homenaje a los pilotos que, durante la Guerra de 1982, volaban a baja altura para esquivar los radares británicos.
El avión, que durante años formó parte de la Fuerza Aérea Argentina, fue transportado cuidadosamente desde su base hasta el Museo Malvinas Argentinas, donde se erige ahora como un homenaje a la valentía y sacrificio de los combatientes argentinos en el conflicto de 1982.
Un viaje lleno de emoción
La llegada del Mirage a Bariloche fue un evento que conmovió a todos los presentes. El avión, que representa una pieza clave en la historia de la aviación militar argentina, fue trasladado por tierra desde la ciudad de Córdoba, donde fue desmantelado para el traslado. Durante el trayecto, los habitantes de las localidades por donde pasó el Mirage se acercaron para rendir homenaje a la aeronave y su legado. El punto culminante fue la instalación del avión sobre una base especialmente diseñada en el sector sur del Lago Nahuel Huapi, frente a las aguas cristalinas que ahora reflejan su silueta.
Con su “mirada” dirigida hacia las islas, el Mirage quedó instalado en lo alto de una torre, dando la impresión de estar en pleno vuelo sobre el Nahuel Huapi. El montaje fue acompañado por ex combatientes que siguieron con emoción cada paso de la operación.
El Mirage III: Historia de un guerrero
El Mirage III EA que ahora descansa en Bariloche es un modelo emblemático que participó en la defensa del espacio aéreo argentino durante la Guerra de Malvinas. Fue uno de los aviones más relevantes en el conflicto, con un papel fundamental en la intercepción de aeronaves enemigas y en la protección de las Islas Malvinas frente a los ataques británicos. El Mirage no solo fue una herramienta de combate; se convirtió en un símbolo de la resistencia argentina, operando a pesar de las dificultades logísticas y de recursos.
Lo que hace aún más especial a este avión es su vínculo directo con Bariloche. Durante la guerra, el Mirage III fue pilotado por un joven aviador local, quien con valentía cumplió su misión en medio de circunstancias extremas. Este detalle añade una carga emocional y de identidad a la pieza, que se convierte no solo en un recordatorio de la lucha en Malvinas, sino también en un homenaje a los hombres y mujeres de Bariloche que hicieron frente a la adversidad.
El Mirage III EA fue el último operativo en participar en la Guerra de Malvinas, con un total de 16 misiones, cuatro de ellas comandadas por el piloto barilochense Jorge Luis Huck. La nave fue donada por la Fuerza Aérea Argentina y reconstruida en los talleres de Río Cuarto antes de su traslado a Bariloche.
Un emblema en el Memorial Malvinas
La instalación del Mirage III en Bariloche tiene un profundo significado para la ciudad y para el país en general. Esta acción se enmarca dentro de los esfuerzos por preservar la memoria histórica de la Guerra de Malvinas y rendir tributo a los héroes que defendieron con coraje la soberanía argentina. El avión será parte integral del Memorial Malvinas, un espacio que ya cuenta con diversas piezas y elementos dedicados a la conmemoración de los caídos en la guerra.
Además, el emplazamiento del Mirage en este sitio estratégico, a orillas del Lago Nahuel Huapi, ofrece una vista impresionante, convirtiendo el avión en una de las principales atracciones turísticas y culturales de la región. El contraste entre la majestuosidad del paisaje patagónico y la presencia imponente de la aeronave crea un ambiente único de reflexión y respeto.
La emoción de los barilochenses
La emoción fue palpable en cada etapa del traslado y la instalación del Mirage. Vecinos, autoridades locales y veteranos de la guerra se dieron cita para ser testigos de un momento histórico que marcará a las futuras generaciones. La aeronave fue recibida con honores, y los aplausos de la multitud resonaron en el aire, no solo como un reconocimiento al pasado, sino también como un mensaje de unidad y patriotismo.
El acto de instalar el Mirage III en Bariloche se convirtió en un evento no solo de celebración, sino también de reflexión sobre el sacrificio de aquellos que dieron su vida por la patria. La presencia del avión a orillas del Nahuel Huapi es un recordatorio vivo de los heroicos esfuerzos de los pilotos argentinos durante la guerra y de la importancia de mantener viva la memoria de esos momentos decisivos de la historia de Argentina.
El avión llegó a la ciudad el 20 de agosto tras recorrer más de 13 kilómetros desde el aeroclub hasta el Puerto San Carlos. El paso de la aeronave fue celebrado por vecinos, turistas y estudiantes, que la recibieron con aplausos y banderas en lo que se vivió como un hecho histórico.
Un legado que perdurará
La instalación del Mirage III en el Museo Malvinas Argentinas marca un antes y un después en la preservación de la memoria histórica de la Guerra de Malvinas. Con el avión ahora en su lugar definitivo, Bariloche se erige como un punto de referencia en el recorrido de la memoria nacional, un lugar donde no solo se honra el sacrificio de los soldados, sino que también se educa y se transmite a las nuevas generaciones el valor del esfuerzo, la resistencia y la unidad.
Así, el Mirage III se convierte en un emblema no solo de la aviación argentina, sino también de la historia colectiva de un país que, a pesar de las adversidades, sigue adelante, con la mirada puesta en el futuro, pero sin olvidar su pasado.